Ir a mercar en Quincena
- Por: Seiun - Cientifica Cheflada
- 29 jul 2017
- 3 Min. de lectura
“Me voy a enfrentar al destino” dije en voz alta, en seguida tomo el reloj y veo la hora. Son las 5:15, “imposible no hayan pagado aún.” Si salgo y no han pagado habré perdido todo el viaje hasta el centro comercial, donde se encuentran los cajeros. Si no habían pagado aun tendría que volver a ver al lado de la frase “saldo disponible:” la cifra de 5.400,60 como un no muy amigable recordatorio de que la quincena aún no había sido depositada en nuestras cuentas. Esto anterior como resultado de solo tener 150 pesos en el bolsillo y no saber cómo carajos pagaría el Transmilenio y la comida del día siguiente. Aprender a manejar el dinero es algo fundamental, pues, nos da también una paz mental en lo que al dinero se refiere.
Sin embargo, ese no era mi caso, apenas aprendía como distribuir el dinero de forma correcta o, mejor dicho, de una forma que no tuviese que volver a la penosa situación de no tener para pagar sino apenas una menta. Pero en este caso, después de todo, el viaje hasta el centro comercial había valido la pena. estaba parado justo al frente del cajero automático, y la cifra había cambiado. “Ya consignaron hpta!". Yo creo que los ojos me brillaron cuando vi la nueva cifra, ya todo seguía como lo planeado. Justo después de terminar la última transacción en el cajero, cojo camino hasta olímpica, que queda ahí mismo dentro del centro comercial, el del portal de la 80.
Lo siguiente era buscar la sección de comida, comenzando con las carnes frías, los quesos, las harinas y así sucesivamente. Mercar es en parte una especie de ritual consumista, pero eso sí, a lo colombiano. Uno revisa que producto está más barato, cual trae más, se fija en el peso, la cantidad y eso sin contar a los que se ponen a mirar hasta la tabla nutricional para ajustar su dieta. Eso parece que estuvieran jugando black Jack mientras hacen las cuentas de las calorías y proteínas y fibra… yo fui parte de ese grupo. Me encuentro culpable. También saber cómo distribuir el mercado en el carrito es fundamental y lógico ir llevando la cuenta. Esta última es una penitencia cuando vas con cierta cantidad de dinero muy ajustada. uno ve los productos en el carrito y uno dice “no me va a alcanzar.” Ahí si nos ponemos en modo black Jack y vamos haciendo cuentas para que cuando lleguemos a la caja no nos toque dejar medio carrito, ahí, en el carrito. Ahora, la parte donde cada bip de la maquina acelera más nuestro corazón, ese sonidito de la registradora pasando por el código de barras de a cada artículo nos pone más ansiosos, y nos baja de apoco la temperatura. Y cuando vemos el total, pueden pasar dos cosas, o ponemos cara de que nos acabó de dar un retorcijón o ponemos cara de “O.K. pagare con mi tarjeta” y esa cara es parecida a la de las señoras de los programas de gente que acumula muchos cupones y luego los redime todos y ahorra mucho dinero, así. Así es esa cara.
Después solo queda salir triunfante con las provisiones de la quincena siguiente. Llegar a la casa, soltar las bolsas y ver que se puede comer uno en seguida. Cocinar y mi parte favorita. Comer.
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